Tabla de contenido
CULTURA DE MEXICO
La cultura de México es en realidad un mosaico de
culturas. En lo que se ha dado en llamar lo mexicano influyen elementos
culturales de las más diversas índoles: ya sean los modernos, los antiguos, los
reciclados. La forma de vida en México incluye muchos aspectos de los pueblos
prehispánicos y del período colonial. La población de México se siente muy orgullosa
de su país, cultura,
etnicidad y estilo de vida. Otros aspectos importantes de su cultura, son los valores, la unidad
familiar, el respeto, el trabajo duro y la solidaridad de la comunidad.
México ha cambiado rápidamente durante
el siglo XX. En varias formas, la vida contemporánea en las ciudades, ha
llegado a ser muy similar a la de las ciudades en los Estados Unidos y Europa.
Sin embargo, la mayoría de los pueblos mexicanos siguen la forma de vida de sus
antepasados. Más del 85% de la población vive en ciudades de más de 200,000
habitantes. Las áreas urbanas más grandes son la Ciudad de México, Guadalajara
y Monterrey.
1 Lenguas de México
Las lenguas de México son aquellos idiomas empleados por los habitantes
del país. La gran cantidad de lenguas que se
hablan en el territorio mexicano hacen del país uno de los que poseen mayor
diversidad lingüística en el mundo. Además del idioma español, cuyos hablantes
en sus variedades locales constituyen la mayoría lingüística, se hablan en
México sesenta y siete lenguas y agrupaciones lingüísticas indígenas. Por la
Ley de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas que se promulgó en 2001,
las lenguas indígenas y el
español han sido declaradas lenguas nacionales por su carácter histórico, por
lo que cuentan con la misma validez en todo el territorio mexicano.[1]
La relación entre el español y las lenguas
indígenas ha
pasado por diversos momentos desde que los europeos llegaron a América. En el
caso mexicano, numerosas lenguas indígenas se beneficiaron de la labor
intelectual de los primeros misioneros evangelizadores que mostraron un celo
particular por aprender los idiomas nativos y cristianizar a los americanos en
sus propias lenguas. Estos y otros intelectuales en los años posteriores a la
Conquista produjeron las primeras gramáticas y vocabularios de las lenguas
náhuatl, maya, otomí, mixteca y purépecha, entre otras, y adaptaron el alfabeto
latino para escribirlas. En contraste con este interés, numerosas lenguas se
perdieron antes de que pudieran ser estudiadas sistemáticamente, pues sus
hablantes fueron asimilados culturalmente o exterminados físicamente. Por eso,
en muchos casos quedan pocos o ningún testimonio de su existencia, apenas
menciones de su existencia en algunos escritos y pequeños vocabularios. Se
calcula que hacia el siglo XVI, en México se
hablaban más de cien lenguas.
A partir de la independencia de México, se planteó la necesidad de castellanizar
a todos los pueblos indígenas, pues se veía en la diversidad lingüística una
dificultad para integrarlos a la sociedad nacional. Hasta el siglo XX, la única
lengua de enseñanza y de gobierno era el español; los primeros intentos de
alfabetización en lenguas indígenas tenían por
objeto que los educandos adquirieran la escritura para después continuar el
proceso educativo exclusivamente en español.
La población hablante de lenguas indígenas en México no
es conocida con precisión. El censo del Inegi señala que se trata de alrededor
de seis millones de personas, pero el dato corresponde sólo a los mayores de
cinco años. La población étnica indígena fue calculada por la CDI en 12,7
millones de personas en 1995, lo que equivalía al 13,1% de la población
nacional en ese año (1995). A su vez, la CDI sostenía que en 1995, los
hablantes de lenguas indígenas en el país sumaban alrededor de siete millones. La mayor
parte de esa población se concentra en la región centro y sur del país.
2 Pintura
La pintura es una de las artes más antiguas de
México. La pintura rupestre en territorio
mexicano tiene unos 7500 años de antigüedad, y se ha manifestado en las cuevas
de la península de Baja California. En el México prehispánico está
presente en edificios y cuevas, en los códices mexicas, en la cerámica, en los
atuendos, etc.; ejemplo de ello son las
pinturas murales mayas de Bonampak o las de Teotihuacan, las de Cacaxtla y las
de Monte Albán.
La pintura mural tuvo un importante florecimiento durante el
siglo XVI, lo mismo en construcciones religiosas como en casas de linaje; tal
es el caso de los conventos de Acolman, Actopan, Huejotzingo, Tecamachalco y
Zinacantepec. Se dice que fueron principalmente pintores indígenas dirigidos
por frailes los que las realizaron. Éstos se manifestaron también en
manuscritos ilustrados como el Códice Mendocino.
Por un tiempo se creyó que el primer pintor
europeo radicado en la Nueva España fue Rodrigo de Cifuentes, artista apócrifo
a quien incluso llegó a atribuírsele obras como El bautizo de los caciques
de Tlaxcala, pintura del retablo mayor del Ex Convento de San Francisco en
Tlaxcala. Entre los pintores nativos estuvo Marcos Aquino. La religiosidad de
los novohispanos hizo que la pintura fuera importante para la evangelización de
la sociedad, los frailes se dieron cuenta de las habilidades gráficas de los
indígenas, quienes enriquecieron el estilo barroco y manierista. Fue relevante
la llegada de múltiples pintores europeos y de algunos alumnos novohispanos,
como Juan Correa, Cristóbal Villalpando o Miguel Cabrera, quienes hicieron de
los muros y retablos la principal fuente de expresión ideológica y política de
los artistas. ale La pintura del siglo XIX tuvo una influencia romántica muy
marcada, los paísajes y los retratos fueron la mayor expresión de esta época.
Hermenegildo Bustos es uno de los pintores más apreciados de la historiografía
del arte mexicano. Destacan también en estos años Santiago Rebull, José Salomé
Pina, Félix Parra, Eugenio Landesio y su célebre discípulo, el paisajista José
María Velasco Gómez, así como Julio Ruelas.
La pintura mexicana del siglo
XX ha alcanzado renombre mundial con figuras como David Alfaro Siqueiros, José
Clemente Orozco, Joaquín Clausell, Frida Khalo y Diego Rivera, generación de
idealistas que marcaron la imagen del México moderno ante fuertes críticas sociales y
económicas. La escuela oaxaqueña rápidamente obtuva fama y prestigio, difusión
de una cultura ancestral y moderna, se observa la libertad de diseño en cuento
al color y la textura de los lienzos y murales como
periodo de transición entre el siglo XX y el siglo XXI.
Algunos de los pintores más destacados en el siglo
XXI: Patricia Calvo Guzmán. Estudió pintura en Beijing. Su obra, de marcada influencia oriental, rememora
las figuras de papel recortado de México y
de China, mezclándolos con una rica gama cromática; Eliseo Garza Aguilar,
pintor y performista considerado entre los principales exponentes del arte
provocador y reflexivo del Tercer Milenio; en busca de una respuesta crítica de
los espectadores, combina su obra pictórica en las performances con el
histrionismo teatral; Pilar Goutas, pintora que utiliza el óleo sobre soporte
de amate, con fuerte influencia de Jackson Pollock y la caligrafía china;
Rafael Torres Correa fija su residencia en México en el 2001 y se integra al
taller de arte contemporáneo “La Polilla” en Guadalajara, y realiza diversos
proyectos plásticos y escenográficos.
La escultura es una de las artes más antiguas de
México. En el México prehispánico está
presente en pirámides, santuarios, explanadas y objetos comunales; ejemplo de
ello son las
esculturas olmecas, mayas, teotihuacanas, tarascas, mixtecas y aztecas.
Muchas de estas esculturas han sido catalogadas
como obras maestras y destacan por su monumentalidad, pues muchas de ellas son enormes y expuestas para ser vistas
públicamente; entre las que podemos destacar están: la Coyolxauhqui, el templo
de la Serpiente Emplumada en Xochicalco, las numerosas estelas mayas que
relatan acontecimientos de carácter político e histórico y por supuesto la
estatua de Tlaloc en el museo nacional de antropología.
La presencia del hombre en el territorio mexicano
ha dejado importantes hallazgos arqueológicos de suma importancia para la
explicación del habitad del hombre primitivo y del hombre contemporáneo. Las
civilizaciones mesoamericanas lograron
tener gran desarrollo estilístico y de proporción en la escala humana y urbana,
la forma fue evolucionando de la simplicidad a la complejidad estética; en el
norte del país se
manifiesta la arquitectura de adobe y de piedra, la vienda multifamiliar como
lo podemos apreciar en Paquimé; y la vivienda troglodita en cuevas de la Sierra
Madre Occidental.
El urbanismo tuvo un gran desarrollo en las
culturas prehispánicas, donde podemos observar la magnitud de las ciudades de
Teotihuacán, Tollan-Xicocotitlan y México-Tenochtitlán, dentro del urbanismo ambientalista destacan
las ciudades mayas al ser incorporadas a la monumentalidad de sus edificios con
la espesura de la selva y complejas redes de caminos llamados sakbés.
Con la llegada de los españoles se introdujeron
teorías arquitectónicas del orden clásico y formalidades arábigas, al
construirse los primeros templos y conventos monásticos; se proyectaron modelos
únicos en su tipo que fueron la base de la evangelización de los pueblos
indígenas marcando su ideología dentro del estilo arquitectónico denominado tlaquitqui
(del náhuatl; obrero o alarife), años más tarde el barroco y el manierismo se
imponen en grandes catedrales y edificios civiles, mientras que en zonas
rurales se construyen haciendas o fincas señoriales con tendencias mozarabes.
En el siglo XIX el movimiento neoclásico surge como respuesta a los objetivos de la nación republicana, uno de sus ejemplos son el Hospicio Cabañas donde la plástica estricta de las órdenes clásicas están representadas en sus elementos arquitectónicos, también surgen nuevos edificios religiosos, civiles y militares que demuestran la presencia del neoclasicismo. Los romanticistas por un pasado visto a través de la arqueología muestran imágenes de la Europa medieval, islámica y el México prehispánico en la forma de elementos arquitectónicos en la construcción de pabellones feriales internacionales buscando una identidad propia de la cultura nacional. El Art Nouveau, y el Art Decó fueron estilos introducidos dentro del diseño del Palacio de Bellas Artes para marcar el caracter identitario de la nación mexicana con simbología greco-romana y prehispánica.
La arquitectura moderna en México tiene una desarrollo importante en la
plastisidad de la forma y el espacio, José Villagrán García desarrolla una
teoría de la forma que marca la pauta de enseñanza en muchas escuelas de
arquitectura del país dentro del funcionalismo. El surgimiento de la
nueva Arquitectura Mexicana nace
como orden formal de las políticas de
un estado nacionalista que buscaba la modernidad y la diferenciación de otras
naciones. Juan O'Gorman fue uno de los primeros arquitectos ambientalistas en
México, desarrollando él la teoría "orgánica", tratando de integrar
al edificio con el paisaje dentro de los mismos planteamientos de Frank Lloyd
Wright. [2] En la búsqueda de una arquitectura nueva
que no semejara a los estilos del pasado logra una manifestación conjunta con
la pintura mural y
el paisajismo.
La Escuela de Jalisco fue una propuesta de esos
movimientos socio-políticos que demandaba el país, Luis Barragán logró conjuntar la forma
del espacio con formas de la arquitectura rural vernácula de México y
países del Mediterráneo (España-Marruecos), integrando un colorido
impresionante que maneja la luz y la sombra en distintas tonalidades abriendo
una mirada al minimalismo internacional.
La arquitectura mexicana es un fenómeno cultural
que nace de la ideología de gobiernos nacionalistas del siglo XX la cual fue
dando forma a la imagen de identidad por su colorido y abigarramiento de
elementos ornamentales heredados de culturas ancestrales, de formas clásicas, monumentales; y
posteriormente la incorporación del modernismo y
las tendencias vanguardistas de corte internacional.
El cine mexicano se inició en 1896 y es uno
de los más desarrollados de América Latina, junto a los de Brasil y Argentina.
La primera película filmada en México fue
El Presidente de la República paseando a caballo en el Bosque de Chapultepec
(1896), obra de
Claude Ferdinand Bon Bernard y a Gabriel Veyre, enviados a México por los
hermanos Lumière para presentarle al presidente el cinematógrafo, y la primera
película sonora mexicana fue Santa (1931), de
Antonio Moreno, que utilizó el sistema sonoro mexicano inventado por el ingeniero Joselito
Rodríguez y basada en la novela del escritor Federico Gamboa, ambos mexicanos.
El 27 de abril de 1857, se inauguró el primer
Teatro Colón. Estaba ubicado frente a la Plaza de
Mayo. Los planos fueron confeccionados por el Ing. Carlos E. Pellegrini. Su
capacidad estaba calculada para 2.500 personas. El escenario era
el más amplio que se construyera hasta esa fecha, estaba dotado de todos los
elementos necesarios para las grandes puestas en escena. Después de tres
décadas de existencia el Teatro Colón cerró sus puertas en 1888 para
transformarse en la sede del Banco de la Nación Argentina.
El proyecto de la obra, que reemplazaría al antiguo teatro
Colón, dio comienzo en 1889. El proyectista inicial fue el arquitecto Francisco Tamburini, Dicha obra fue ejecutada
en 3 periodos. Actualmente tiene un área total de 58.000 m2
El edificio principal fue proyectado en 1889 por
el ingeniero y arquitecto italiano Francisco Tamburini (1838-1891). A su
muerte el arquitecto Víctor Meano (1860-1904) asume la dirección de la obra. En 1904, tras el deceso de Meano, la
obra se detiene, siendo posteriormente completada por el ingeniero y arquitecto
Julio Dormal, quien se hace cargo de finalizar la obra en el año de 1908.
Durante 1938 se realizaron intervenciones de
extensión, ampliando los subsuelos bajo la plaza lateral en la primera
instancia. Además se hizo un túnel que conecta los talleres con el escenario.
De 1968 a 1972 sufre una última intervención.
Dicha intervención consistió en otra ampliación donde se alojaba bajo la plaza
las áreas de producción del teatro, salas de ensayo y talleres de escenografía, oficinas, vestuarios y un comedor para
personal.
La gastronomía de México se
caracteriza por su gran variedad de platillos y recetas, así como por la
complejidad de su elaboración. Es reconocida por sus sabores distintivos y
sofisticados con gran condimentación. Reúne tradiciones gastronómicas tanto
mesoamericanas como europeas, entre otras muchas. La cocina mexicana no es
ajena a las cocinas: española, cubana, africana, del Oriente Medio y asiática,
por mencionar algunas.
En 1711 se estrena en la Ciudad de México la
ópera La
Parténope con música de
Manuel de Sumaya, maestro de la capilla catedralicia y, junto con Francisco
López y Capillas y Juan Gutiérrez de Padilla, el más grande compositor barroco
mexicano. La especial importancia de ésta ópera es
que es la primera compuesta en América del Norte y la primera ópera compuesta
en el continente por un compositor del continente americano. Esta ópera da
inicio a la fecunda y aún poco estudiada historia de la creación operística
mexicana no interrumpida desde entonces durante trescientos años. La ópera Guatemotzín de Aniceto Ortega es el primer
intento consciente por incorporar elementos nativos a las características
formales de la ópera. Dentro de la producción operística mexicana del siglo XIX
sobresalen la ópera Agorante, rey de la Nubia
de Miguel Meneses, estrenada durante las festividades conmemorativas por el
cumpleaños del emperador Maximiliano I de México, las óperas Pirro de Aragón de Leonardo Canales, Keofar de Felipe Villanueva, y, ante todo,
la producción operística de Melesio Morales, el compositor mexicano de óperas
más importante del siglo XIX, cuyas obras tuvieron gran éxito entre el público
de la Ciudad de México y que, aún, se llegaron a estrenar en Europa. En la
primera mitad del siglo XX sobresalen en la creación operística mexicana Julián
Carrillo y los compositores cercanos a él como Antonio Gomezanda, Juan León
Mariscal, Julia Alonso, Sofía Cancino de Cuevas, José F. Vásquez, Arnulfo
Miramontes, Rafael J. Tello, Francisco Camacho Vega, Efraín Pérez Cámara. Todos
ellos han sido relegados por la historiografía musical oficial que tan sólo
reconoció la obra de
los compositores nacionalistas. Desde finales del siglo XX en México (y toda
Latinoamérica) hay un creciente interés de los compositores por escribir ópera.
Entre los compositores mexicanos de inicios del siglo XXI que sobresalen con
sus óperas debe mencionarse a Federico Ibarra, Daniel Catán, Leandro Espinosa,
Marcela Rodríguez, Víctor Rasgado, Javier Álvarez, Roberto Bañuelas, Luis Jaime
Cortez, Julio Estrada, Gabriela Ortiz, Enrique González Medina, Manuel
Henríquez Romero, Leopoldo Novoa, Hilda Paredes, Mario Stern, René Torres, Juan
Trigos, Samuel Zyman, Mathias Hinke,Ricardo Zohn-Muldoon, Isaac Bañuelos,
Gabriel de Dios Figueroa, Enrique González-Medina, José Carlos Ibáñez Olvera,
Víctor Mendoza y Emmanuel Vázquez. La difusión de la ópera mexicana es casi
nula por varias razones. De ellas sobresalen dos. Durante el periodo inmediato
a la guerra civil mal llamada Revolución Mexicana, los gobiernos del poder de la llamada Dictadura
Perfecta, en su mayoría de muy bajo nivel educativo y, aún, analfabetas,
mandaron destruir los teatros de ópera existentes en la Ciudad de México. El
segundo factor para la poca difusión de la cultura mexicana operística es que
las autoridades correspondientes no programan las obras. Aún después del
término de la Dictadura Perfecta y la restauración de la Democracia en México en el año
2000, las autoridades culturales no se han preocupado por enmendar esta
política de desconocimiento de la cultura mexicana operística. Finalmente, la
falta de un teatro de ópera exclusivo para la difusión de la cultura operística
mexicana (y latinoamericana) es una gran falla y falta en México. Finalmente
debe añadirse que el 98 % de la música compuesta en México (y
Latinoamérica) jamás ha sido publicada. De esto se deduce que una de las
mayores necesidades dentro de la cultura de México (y Latinoamérica) es un
programa especial de rescate, edición y publicación de la música de los
compositores mexicanos (y latinoamericanos).
El género musical tradicional más difundido es el
son, cuyas formas son muy variables de
acuerdo a la región geográfica donde se cultiva. El "son" es de tradición campesina, pero
permanece como símbolo de identidad cultural. También de orígenes rurales son
la canción ranchera y el corrido. La canción ranchera y el son de mariachi,
difundidos por el cine, son los géneros tradicionales mexicanos más conocidos
en el país y
el extranjero y han sido elevados de cierta manera a una especie de música nacional, aunque no son representativos de la
cultura musical de
todo el país. El Mariachi tiene sus orígenes en el actual estado de
Jalisco.
La música norteña es interpretada con acordeón y en
ocasiones también de teclados, y aunque originaria de los estados del norte,
goza de gran aceptación en todo el país. También muy popular es la música de
banda, en especial las de Sinaloa y Durango.
Entre la llamada "música tropical", la cumbia es la más exitosa,
género que interpreta un sinfín de conjuntos mexicanos y cantantes colombianos
de gran éxito. La salsa y el merengue son también géneros muy apreciados. La música tropical
tiene mayor arraigo en las regiones del centro y sur del país.
El rock en español tiene, desde la década de 1960
hasta la fecha, legiones de seguidores en las grandes ciudades, también hay
corrientes de rock culturales llamadas "alternativas"(Caifanes,
Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, Santa Sabina, Café Tacuba);
otros géneros muy difundidos son la
balada y el bolero mismo que proveniente del Caribe entró a México a
través de la península de Yucatán, hizo furor durante los años cuarenta y ha
vuelto con un relativo auge.
Una música muy
difundida por los medios de comunicación es la llamada música grupera, que está
conformada por varios estilos musicales como banda, música norteña, balada y
tropical.
La danza de los pueblos de México tiene un conocimiento sagrado hacia los
fenómenos naturales, deidades, seres vivos y la cotidinidad de la vida. La
música o
el sonido de algún objeto acompañan el movimiento corporal del ser humano para
expresar su sentir por el movimiento de su cuerpo.
La Danza del
Venado es una danza ritual celebrada por los indios yaquis y mayos de los
estados mexicanos de Sinaloa y Sonora. Esta danza es una dramatización de la
cacería del venado, héroe cultural de estos pueblos, por parte de los paskolas
(cazadores).
Durante la colonia los
hacendados españoles y criollos realizaban magníficas fiestas para el Carnaval; a estas fiestas les estaba negado el
acceso a los mestizos e indígenas. Durante las fiestas los más ricos hacían un
alarde de riqueza utilizando ropas recargadas de adornos y telas.[3]
A manera de sátira las
castas segregadas comenzaron a realizar disfraces y celebraciones para parodiar
a los blancos; para ello utilizaron máscaras rosadas con un mentón muy
prominente (para no ser reconocidos), trajes a imitación de los suntuosos
utilizados por los blancos con una exagerada ornamentación de espejos, cuentas
y chaquiras así como sombreros cónicos. Entre las danzas más
destacadas están la de los chinelos en Morelos, los parachicos en Chiapas y los
carnavales de Tlaxcala.
Durante la colonia el
jarabe se fue propagado por buena parte del occidente, centro y sureste de
México. La razón de que se haya impuesto este
nombre tanto al baile como a la danza que lo acompaña es incierta. Se ha
propuesto, por ejemplo, que se trate de una palabra de origen árabe con la que se designa felicidad o
fiesta. También se ha planteado la posibilidad de que el nombre del género
provenga de su carácter de mezcla de varios aires musicales en una sola pieza.
Los carnavales son otra herencia cultural europea con una
sincretismo de hispanidad e
indigenismo muy
marcado, los carnavales fue la expresión popular de comparsas y música pagana para manifestar el sentimiento del
pueblo antes de comenzar las celebraciones de la Semana Santa; así, se muestran
las raíces prehispánicas en el Carnaval de
Tenosique en Tabasco, la imagen del rostro español se muestra en las danzas coloniales y comparsas carnavalescas de
chinelos en Morelos, huehues en Tlaxcala y de parachicos en Chiapas. Desde el
año de 1849 se celebra el Carnaval de Chimalhuacan uno de los más antiguos del
país. Otros carnavales mexicanos de gran
importancia son: el Carnaval de Tlaxcala que destaca por sus elementos
hispánicos e indígenas.[4]
De todos los jarabes mexicanos, el más conocido a nivel internacional quizá sea
el jarabe tapatío, originario de Jalisco, y ejecutado por el conjunto
denominado mariachi. Existen otros jarabes mexicanos como el jarabe
michoacano, el jarabe guerrerense, el jarabe mixteco o el jarabe mazahua.
En el porfiriato llegan ritmos provenientes de
Europa como las polkas y mazurcas bailadas en Polonia y la antigua
Checoslovaquia que se adaptan al baile popular de los norteños de México, en la península de Baja California se
bailan los chaveranes que provienen de Arkansas en los Estados Unidos. El vals
que llegó de Austria y se propagó entre la sociedad mexicana de la época
adquiriendo una identidad propia en este país.
Al superarse la técnica del daguerrotipo, se
tienen noticias de la utilización del papel en la fotografía en México desde 1851. Los precios bajan, la esfera
privada deja de ser su espacio exclusivo. También se utiliza la fotografía como
promoción política. A raíz de la muerte del presidente Benito Juárez, "la empresa Cruces y Campa
comercializa una edición de veinte mil ejemplares de su retrato en formato
tarjeta de visita". A principios del XX, Jesús Hermenegildo Abitia fue
fotógrafo de estudio y de exteriores, camarógrafo del cine documental y de
ficción. Agustín Víctor Casasola fue un fotógrafo que logró establecerse como
retratista por antonomasia de la clase gobernante: Porfirio Díaz, Francisco
Villa, Huerta, entre otros. Las fotografías de Manuel Álvarez Bravo urgen en los
rincones, logrando escudriñar lo que otros no logran detectar, mientras que el
fotógrafo Nacho López fue capaz de trasladar a sus fotografías sus guiones e
historias.
Otros representantes de la fotografía son Lola Álvarez Bravo, Edward Weston, Tina
Modoti, Julián Carrillo, Gabriel Figueroa, Enrique Segarra, Aramando Salas
Portugal, Mariana Yampolsky, Lazaro Blanco, Juan Rulfo, Pedro Valtierra, Pedro
Meyer Enrique Bossterman, Enrique Segarra hijo, Gavilan, Markova, Fabritzio
León, Emanuel Lubezky, Rodrigo Prieto, entre otros. El Museo Nacional de Fotografía está ubicado en la
ciudad de Pachuca, Hidalgo. Cuenta con los primeros inventos y aparatos
fotográficos del siglo XIX, así como las diversas técnicas y géneros
desarrollados a lo largo de la historia fotográfica. []
Índice
"
"son · 7
A
arquitecto · 6
Arquitectura Mexicana · 5
B
Bellas Artes · 5
Benito Juárez · 9
C
Carnaval · 8, 9
civilizaciones mesoamericanas · 4
compositor barroco mexicano · 7
criollos · 8
cultura musical · 8
culturas ancestrales · 5
D
Democracia en México · 7
E
El escenario · 5
El Mariachi · 8
El Museo · 10
escenografía, · 6
F
fotográfica · 10
G
geográfica · 7
H
hispanidad · 9
I
indigenismo · 9
J
jarabes mexicanos · 9
L
la colonia · 8, 9
La Danza · 8
La danza de los pueblos · 8
la ópera · 6
la primera película · 5
la sede del Banco de la Nación
Argentina. · 6
las danzas · 9
lenguas indígenas · 2
lienzos y murales · 3
M
mariachi. · 9
México · 1, 2, 3, 4, 5, 6, 8, 9
México prehispánico · 3, 4
modernismo · 5
música · 6, 8, 9
O
obra · 3, 5, 6, 7
origen · 9
P
país · 1, 2, 4, 5, 8, 9
pintura mexicana · 3
pintura mural · 3, 5
políticas · 5
R
Revolución Mexicana · 7
S
sakbés. · 4
sátira · 8
Sierra Madre Occidental. · 4
son · 1, 2, 3, 4, 7, 8, 9, 10
T
Teatro · 1, 5
Tenochtitlán · 4
Teotihuacán · 4
Tollan-Xicocotitlan · 4
tradiciones gastronómicas · 6
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